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Más leyendas de Praga: crímenes, religión y fantasmas

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  En otro artículo conté cómo el cartel de una tienda china de Praga fue a desprenderse de la pared justo cuando yo estaba debajo, fotografiando el espectacular portal de una vivienda adornado con estatuas de gigantes en las jambas. Irónicamente, la brecha que me abrió en la cabeza y la absoluta ausencia de persona alguna a la vista, combinadas con la neblina que se extendía aquella media mañana por la zona donde se produjo el incidente, parecían complementarse para crear un escenario acorde con la leyenda del lugar, la céntrica calle Celetná . La misma de la que se cuenta que por allí deambulan dos espectros, el de un carnicero asesino y el de la prostituta a la que mató a hachazos por intentar seducir a un sacerdote. Yo estaba de espaldas cuando sentí el golpe en mi coronilla y la sangre resbalando entre el pelo, así que me hace gracia imaginar que fue el hacha del fantasma lo que realmente me golpeó aquel día. La fantasía es retórica, claro, pero lo cierto es que la capital checa v

Cova S'Aigua, una pequeña e interesante gruta de Menorca

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  Estalagmitas, estalactitas, estegamitas, columnas, pisolitas, helictitas, banderolas, coladas, anemolitos, botroides, conulitos, coraloides... Los aficionados a los espeleotemas y la geología cavernaria tienen un atractivo especial si eligen el archipélago balear para pasar sus vacaciones. Son unas cuantas, las grutas naturales que éste tiene; las más famosas -Artá, Drach , Hams- se encuentran en  Mallorca, pero las hay también en otras islas y una de ellas, Menorca, no sólo no está mal provista sino que presume de algunas igualmente destacadas, como las de Coloms, Cales Coves, Xoroi, Polida, Pardals, Cala Morell o Cova Murada, por ejemplo. Algunas son más modestas, lo que no impide que su visita se convierta en una experiencia apasionante. Por ejempo, la Cova de S'Aigua, que está en Cala Blanca, a unos cinco kilómetros de Ciudadela. Entrada a la cueva de S'Aigua Cala Blanca es una urbanización del suroeste menorquín que lleva el nombre de la cala donde se ubica, una pequeña

El saqueo de Mahón por Barbarroja y el fuerte de San Felipe

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  La capital de Menorca hasta 1708 fue Ciudadela, pero ese año, durante la Guerra de Sucesión, los británicos ocuparon la isla y trasladaron dicha capitalidad a Mahón. No se hizo porque sí; el puerto de esta última ciudad reunía unas cualidades extraordinarias para servir de base mediterránea a la Royal Navy, con sus casi seis kilómetros de longitud y un par de islotes en medio que resultaban perfectos para defenderlo.  Al menos en teoría, porque la Historia muestra que los franceses lograron conquistar Menorca en 1756, la devolvieron siete años más tarde para retomarla en 1782 con ayuda española y la perdieron de nuevo en 1798. Pero ya mucho antes había quedado patente que la seguridad mahonesa era más etérea de lo que parecía, como demostró el corsario Barbarroja con su incursión de 1535. Vista aérea de Mahón con su bocana al fondo ( Paucabot en Wikimedia Commons ) Mahón, fundada por el personaje que le dio nombre, el general cartaginés Magón, hermano de Aníbal Barca (Portus Magonis,

Belchite, el pueblo fantasma de la Guerra Civil

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  En su libro El infinito en un junco , Irene Vallejo deja una de esas frases lapidarias que resultan perfectas para empezar un artículo: "En el cruel universo bélico, los jóvenes mueren y los padres sobreviven a sus hijos" . La realidad demuestra que no siempre es así; especialmente si hablamos de niños, que tienen una extraordinaria capacidad de supervivencia, como si su naturaleza supiera que apenas han vivido una mínima parte de su existencia potencial y todavía les quedan muchos años por delante.  Es algo que podría firmar Josefina Cubel, protagonista involuntaria y ausente de la visita guiada por el pueblo viejo de Belchite, uno de los principales atractivos turísticos de la provincia de Zaragoza y visita casi ineludible en, pero antaño escenario de las tragedias que arrastraba la siniestra mano de la guerra; si ésta es siempre una amalgama de "sangre, barro y mierda ", en expresiva definición de Arturo Pérez-Reverte, que vivió personalmente  unas cuantas, la

Una visita a las Descalzas Reales de Madrid

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"-¿Y no es éste d'Artagnan, el que hirió a Jussac en el desgraciado encuentro cerca del convento de las Carmelitas Descalzas? -preguntó el rey mirando al cardenal, cuyo rostro se encendió de despecho. -Y el día siguiente a Bernajoux. Sí, señor, el mismo, V. M tiene buena memoria". Es casi imposible hablar de un convento de Carmelitas Descalzas sin recordar el lugar -o uno de los muchos- donde los intrépidos mosqueteros de Dumas se batían en duelo, bien entre ellos al conocerse, bien contra los torpes guardias del cardenal Richelieu. Pero si nos situamos en Madrid en vez de en París , la cosa cambia. Situado en pleno casco histórico, en una plaza que hoy lleva su nombre, el convento de las Descalzas Reales no es de monjas carmelitas sino clarisas franciscanas y tampoco consta que su entorno sirviera para cruzar aceros lejos de las rondas de los alguaciles. Destilaba demasiada alcurnia, como veremos, pero el caso es que la escena de Dumas me venía una y otra vez durante la