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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Capri (y III)

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Después de circunnavegar el litoral de Capri en una lancha, como contaba en el último artículo (a su vez continuación de otro previo ), desembarqué por segunda vez en Marina Grande , el puerto insular, para hacer una visita por el interior y descubrir los encantos de un lugar que ha recuperado aquel primer uso turístico que le dieron los emperadores romanos y rescató la jet-set en los años cincuenta, en detrimento de otras actividades económicas tradicionales, como la pesca y el cultivo de la vid. Limoncello, licor de limón típicamente sorrentino De hecho, apenas se ven ya pescadores en el puerto más allá de algunos aficionados irredentos, y las viñas han sido sustituidas por campos de limoneros que tiñen de ácido amarillo la ladera norte del monte Monetella, el bello telón de fondo del puerto. Los limones de Capri son la materia prima de montones de productos derivados que abarrotan los escaparates de las tiendas de souvenirs que jalonan Marina Gande y proporciona

Capri (II)

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Retomando mi relato personal, el que me había decidido a visitar Capri , una isla acusada de turística pero que no sólo no lo oculta sino que hace gala de ello remontando tal condición a la época romana, embarqué en un ferry y en poco más de media hora pisaba Marina Grande . Es el pequeño pero elegante puerto local, donde multitud de lanchas eran mecidas por el mar en sus abarrotados pantalanes, en espera de clientes que quisieran hacer la consabida excursión  acuática que circunnavega el perímetro insular (unos 17 kilómetros, más o menos). Yo fui uno de ellos, eligiendo una de bellos acabados en madera y cuyo patrón, émulo de Cristiano Ronaldo en versión italiana, ostentaba una gorra de visera hacia atrás y unas nada discretas gafas de espejo que protegían sus ojos del sol con la misma intensidad que herían los de los demás. Zarpando de Marina Grande El trayecto fue en dirección Este , doblando la Punta del Capo para ir pasando ante las grutas de Tiberio (ubicad

Capri (I)

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A pesar de que mucha gente vea Capri como un rincón elitista y muy turístico que debería quedar en lugar secundario ante Nápoles, Pompeya y Herculano, o incluso ante la propia costa amalfitana, a pesar de eso digo, como siempre, me gusta llevar la contraria anteponiendo a tales y discutibles razones otras que considero más poderosas. Por eso hice caso omiso, tomé el ferry en el puerto napolitano de Beverello y visité la isla durante una jornada. Enclavada en un lado del golfo que protegen por un lado las islas de Procida e Ischia y por otro la península sorrentina, como una prolongación de esta última, una especie de punto y seguido de tierra en medio del mar Tirreno , Capri no sólo no esconde ese carácter de destino turístico prototípico sino que presume de él porque, de hecho, lo es desde la Antigüedad. Subrayo Antigüedad, ya que, si bien estaba habitada desde la Prehistoria, con asentamientos posteriores griegos, fueron los romanos los que verdaderamente le dieron

El castillo de Bran

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Hoy toca hablar de Rumanía y, de nuevo resulta inevitable hacer la correspondiente mención a Drácula . Algún día conseguiré escribir un artículo sin sacar su nombre, lo juro. Pero, mientras, zambullámonos en el tópico y disfrutemos del conde más icónico de la literatura y el cine. Y no hay mejor sitio para ello que hacerlo en su castillo ... aunque en realidad no sea suyo ni lo haya sido nunca. Una imagen típica de los Cárpatos Aquí es importante subrayar lo de realidad porque nos referimos al conde Drácula, el de la capa y los colmillos, no a Vlad Tepes , el voivoda valaco en quien se inspiró el escritor irlandés Bram Stoker para su célebre novela. Porque el Empalador , a lo largo de su azarosa y guerrera vida, estuvo dando tumbos de un lado a otro y residió en montones de castillos pero jamás -que se sepa- estuvo en el de Bran , más allá quizá de pasar una noche preso de camino a otro sitio. Eso sí, no hay edificio en todo el país que resulte un icono mejor asociado a D